Si
cualquier médico de este mundo se hubiese interesado por el ritmo fundamental
de la biología, el ritmo día/noche o el ritmo de simpaticotonía y vagotonía y
hubiese visitado científicamente, aunque sólo hubieran sido tres pacientes de cáncer,
habría visto la correlaciones del cáncer. Y yo mismo, durante mis primeros
veinte años de actividad médica, me incluyo en el grupo de los que pasaban por
alto estos hechos.
Por
desgracia nuestra medicina no tiene en gran consideración el ocuparse de estas
cuestiones del biorritmo, incluso se puede decir que en este campo se sigue en
el oscurantismo. En los libros de psicosomática de grandes dimensiones sólo se
dedican unas pocas líneas al biorritmo, y estas pocas líneas son muy pobres.
Según el axioma, donde hay una molestia, se habla de “distonia vegetativa” y
con eso basta.
En el
campo de la génesis del cáncer, de su evolución y curación, el ritmo vegetativo
juega un papel de importancia fundamental.
Nótese: La modificación del ritmo vegetativo
(bioritmo) es el criterio de diagnóstico más importante de la enfermedad del cáncer,
y precisamente tanto la génesis del cáncer como su curación (DHS y CL).
La génesis
de la enfermedad cancerosa, es decir, la entrada de un programa especial, biológico
y sensato, consiste, por lo que respecta al biorritmo, en una simpaticotonía
permanente desencadenada por un DHS, la evolución de la curación
post-conflictiva, en una vagotonía permanente.
La curación
final consiste en una vuelta a la normotonía.
El
estado vegetativo de un paciente es el más accesible para el diagnóstico. Basta
dar la mano al paciente para saber si tiene las manos frías o calientes, es
decir, si se encuentra en simpaticotonía o en vagotonía.
Las
alteraciones del ritmo vegetativo se consideran disfunciones circulatorias que
hay que regresar al “valor normal”.
Muchas
personas resisten estas alteraciones durante una semana o 14 días, si después
en casa pueden sacar el estrés del hospital. Pero más allá de las 4 semanas se
vuelve más difícil. Y para agravar la situación se añade el escaso conocimiento
de la Nueva Medicina por parte de los médicos.
Éstos, en
el hospital, ordenaban a cualquier paciente con una complicación (por ej. un
drenaje pleurico o una transfusión de sangre), que ya estaba en la fase de
reparación (fase PCL), y se decía siempre lo mismo: “No podemos hacer nada más,
la circulación ya está afectada totalmente por el cáncer. Nuestro médico jefe
ha prescrito la morfina”. A los parientes después se les contaba que el
paciente ya no tenía esperanza, que el sistema circulatorio estaba totalmente
destruido y que se le debía dejar morir en paz. Tras algunos días,
efectivamente, moría por el efecto de la morfina.
Conozco
muchísimos pacientes que han permanecido en una profunda vagotonía durante
meses, con esa supuesta “disfunción circulatoria permanente”, y que hoy en día
están alegremente sanos. De hecho la fase de vagotonía, la fase de reparación
tras la conflictolisis, es solamente una fase que termina de un modo natural,
cuando el organismo se encuentra de nuevo en normotonía. Pero sólo depende de
la naturaleza, cuando el organismo ha reparado el cerebro y también el órgano,
de tal manera que el individuo puede retomar la lucha de la vida. Si un hombre o
un animal se levanta antes de que la reparación haya concluido y se encuentra
de nuevo en la lucha por la existencia, eso sería un verdadero suicidio.
Justo como en la fase de conflicto activo el
organismo moviliza todas las fuerzas para superar el conflicto a su favor, así
en la fase de reparación busca tener la máxima tranquilidad, de modo que el
Foco de Hamer en el cerebro y el tumor en el órgano puedan cicatrizar.
Así como
es posible dividir el día en 24 horas en una fase diurna y nocturna, también en
la enfermedad del cáncer se puede distinguir una fase diurna de simpaticotonía
permanente o fase de conflicto y una fase nocturna de
vagotonía permanente o fase de reparación. Y al
igual que la persona de noche no está enferma porque duerme y de día no está
mala porque no duerme, en principio la fase de conflicto activo, igual que la
fase de reparación, son normales.
Sustancialmente
por eso la enfermedad del cáncer es algo normal. Es cualquier cosa menos una célula
enloquecida, que supuestamente se comporta de un modo loco destruyendo todo,
que crece de manera incontrolada y se multiplica y lucha contra su supuesto “organismo
huésped”. El tumor, contra el que se vuelve la ira de los médicos, es sólo un
indicio relativamente inocuo de la “enfermedad” verdadera en la psique y en el
cerebro. Básicamente podemos considerar un conflicto, que sufrimos en el
instante del DHS, también como un test de la naturaleza para controlar si
nuestro organismo está todavía en posición de superarla con el programa
especial que sigue. Si no superamos el test, tenemos que dejar libre el puesto
que ocupamos en el mundo para otra persona que consiga superar esa prueba.
El
tumor en el órgano muestra solamente que ya desde hace tiempo no hemos superado
este test y que es urgente superarlo. Quien extirpa este tumor con la esperanza
de sanar del todo de la enfermedad es como la persona que al mediodía cierra
los ojos y piensa que está amaneciendo.
El
Testamento de una Nueva Medicina
Dr Ryke
Geerd Hamer